2 jun 2012

La Discocárcel

Ese pran que colea toros en el penal o aquel que se goza a la stripper en el tubo de la discoteca, o el que apuesta más fuerte en el casion ubicado entre los pabellones 2 y 3, incluso el que habló telefónicamente con el Presidente de República, probablemente sea quien acaba de negociar cuánto cuesta la vida de su hijo.

Ese dinero con el que apuestan, compran caña o prostitutas, contratan cantantes de vallenato y diosas sexys, proviene de cuántos tigres matan a diario secuestrando muchachitos en Colinas de Bello Monte, ganaderos en el Zulia o distribuyendo eficientemente la droga en cualquier callejón de cualquier barrio del país, de manera tal que la delincuencia siga creciendo y reproduciédose, asesinando uno que otro niño pobre con sus balas perdidas, siempre tan mal atravesadas.

Pero ahora resulta que son simpáticos, los anti-héroes de una cinta de Tarantino, los interlocutores del ciudadano Presidente de la República, quien con  una llamada de tú a tú legitima semejante vagabunderia. Que mientras esos malandros son escuchados por la máxima autoridad, el resto de los ciudadanos seguimos siendo ignorados pero, como en cualquier régimen feudal, debemos seguir pagando religiosamente nuestros impuestos -llámense IVA, inflación, Seguro HCM, ISRL, blindaje de los carros, rejas de los edificios-, para que los presuntos administradores de la Hacienda Pública construyan cárceles nuevas y las conviertan en centros de reinserción social, de manera tal que ese dinero se nos regrese, al menos, en tranquilidad.

Y pues no, señora Ministra de Nada, que en una alianza perfecta los ladrones de cuello rojo no sólo se han rumbeado nuestros dineros y los del petróleo y los de la luz y el aluminio, sino que han dejado a su libre albedrio a los que parecieran ser la única y verdadera organización "popular" que dejará este gobierno. Porque, a decir verdad, los pranes lucen mucho más disciplinados que esa agencia de festejos en que ha devenido el PSUV, al extremo de que se "autogestionan" sus rumbas y sus armas mientras a los camaradas del partido los obligan a pagar una cuota mensual de su dolce far niente para contribuir monetariamente con el triunfo de este momumental fracaso.

Sí, como dijo Mandela, los países se conocen por sus cárceles, pues resulta bastante lógico que después de catorce años el Gobierno entregue unas cárceles donde imperan las mafías, se juega en casinos, hay tragaperras, mangas de coleo, espectáculo de strippers y mucho pero mucho dinero escondido procedente de crímenes inconfesables.

VAMOS A DALE ELIZABETH FUENTES TALCUAL2y3de junio de 2012,pág2

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