23 ago 2011

GuilermoCabreraInfante

                                         Jineteras Musicales.

      Ya ustedes saben, lamentablemente, lo que son las jineteras. Si no lo saben son esas mujeres, muchachas y hasta niñas que se prostituyen al turista extranjero en La Habana por una coca-cola, una barra de chocolate y hasta por una entrada a un restaurante, donde no pueden entrar las cubanas si no van acompañadas por un turista. Pero ustedes no saben que hay jineteras musicales, que son esos viejos músicos cubanos que han salido a Europa y al mundo porque los acompaña un turista musical.
     En el caso de ahora uno de los acompañantes de estas jineteras musicales es un músico americano que ha encontrado una mina musical y ha hecho, precisamente, su agosto. Los músicos han estado ahí en La Habana, vegetando, durante años. Uno de ellos confiesa que hacía cuarenta años que no hacía música y hasta su piano había sido deborado por el comején. Pero para que estos músicos volvieran a hacer música tuvo que intervenir un gran músico cubano que vive en el exilio. Se llama Israel López, conocido como Cachao. Fue un concierto que dio Cachao en Miami hace cinco años y que hizo olas en el mundo musical. Luego Cachao dio conciertos en todas partes, de Miami a Madrid, de Londres a Nueva York y hasta ganó uno de esos premios de gran prestigio musical que se llaman Grammy. Estos triunfos le dieron una idea al guitarrista americano y se fue, tal como un turista viene, a La Habana en busca de jineteras. Encontró un viejo pianista sin piano y un músico que hacía siempre la voz acompañante. No era un compadre pero era un segundón. El pianista era considerado en La Habana musical de los años cincuenta como Fosforito. Ahora han dado conciertos, han grabado discos y los que no saben que no saben los elevan a las nubes musicales. Pero no saben que el pianista era un epígono de Peruchín, uno de los grandes músicos de Cuba que murió de un ataque al corazón después de ser obligado por un comisario a pintar con brocha gorda y cal las aceras que rodean al cabaret Tropicana. ¿Cuál fue el crimen para tal castigo? Peruchín, que no se callaba lo que opinaba con la misma soltura que tocaba su piano, <<habló mal de la Revolución>>. Por supuesto ahora su epígono se guarda mucho de omitir sus opiniones y acusa al imperialismo (Léase los Estados Unidos) por haber estado sin hacer música y sin piano por culpa de lo que él llama <<el bloqueo imperialista>>. Como oyen Fosforito nunca tendrá que pintar los contenes de Tropicana, como tuvo que hacer el que era su maestro.

    Como ven en un país totalitario no basta hacer música, hay que saberse comportarse, callar la boca, abandonar el piano a su suerte de comejenes y esperar la recompensa. A estas jineteras musicales les ha llegado ahora la hora. Tocarán, darán conciertos y emprederán jiras -pero nunca tendrán el talento que fue Peruchín, el genio que es ahora Cachao. Quines no han oído los originales, tendrán que conformarse con sus copias.

                                                          Londres, 1998.
(Mea Cuba, Págs 470 y 471)

Comentario: Esto es un aviso, a quienes les hacen juego a la dictadura de Chávez. Sobre todo a los músicos, que se sienten en la gloria, pues hoy estan guizando, en la Estancia, Teatro Teresa Carreño y demás espacios públicos. Vivimos una dictadura copia al carbón de la cubana, así que luego no se asusten, cuando les impongan, su colaboración a la revolución, o someterse al repertorio que ellos indiquen

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