13 abr 2011

ElPaís De La Golilla/SimónBoccanegra

Ser un país petrolero genera muy peligrosas ilusiones en los gobernantes. En principio éstos creen que todo se puede resolver a realazos. Y vuelven golilleros a los habitantes. Un país petrolero puede, por ejemplo, pensar que subsidiará indefinidamente la comida. Si no se produce aquí, pues, importamos, dicen Giordani y Merentes. Pa' eso hay plata. Y encima, la vendemos por debajo de los costos. Pa' eso hay plata. Puede, por ejemplo, gastarse casí diez mil millones de dólares al año para que paguemos dos centavos de dólar por litro de gasolina. Un escándalo, por donde quiera que se lo mire, pero pa' eso hay plata. Las tarifas eléctricas están congeladas desde hace once años. Ahora descubren nuestro genios de la economía que lo que se cobra por la electricidad no cubre ni si quiera el 50% de la nómina de Corpoelec. Por cierto, ahí está parte de la crisis eléctrica. El sistema no se sostiene por su cuenta. Entre lo que llamamos por acá "luz robada", esto es, las conexiones ilegales que se hacen en las barriadas populares con la electricidad "legal", y la exiguidad de las tarifas subsidiadas, el Sistema Eléctrico Nacional pierde centenares de miles de millones de bolívares anualmente, que se sustraen a la necesaria inversión que requiere para hacerlo funcionar adecuadamente. Pero lo peor es que, país petrolero y todo, y aun con tarifas congeladas, plata suficiente ha habido y, sin embargo, el sistema eléctrico está en la lona. Desidía, imprevisión, improvisación, incapacidad gerencial. Póngale el nombre que quiera. Pero no olvide uno, capital. Corrupción. Plata hay. Sí. Para esos somos país petrolero. Pero súmele a todo lo demás lo que se roban y entenderá por qué la luz se va a cada rato.

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