6 jun 2011

La tienda y el coleto/Alexis Correia

Monitor de programas Televisión.
Suena una musica celta. La cámara brinca como un potro de rodeo. Mario Silva lee un periódico. Jorge Amorín revisa su tablet. Mario Silva toma un cafecito. Jorge Amorín, agua. Hay un invitado en un sofá. Risas. Movimiento de labios. Diálogo inaudible. Tarareo. Tamborileo al ritmo de la musiquita. Comienza La Hojilla en Venezolana de Televisión.

Los presentadores de televisión que toman un cafecito frente a las cámaras siempre han despertado en mí una mezcla de repulsión e indudable fascinación. Me hacen recordar a esos comercios que, un cuarto de hora después de abrir las santamarías, a las 9:am, te reciben con el piso mojado mientras un empleado pasa coleto y te mira feo. En teoría, debió haber tiempo suficiente para pasar coleto antes de abrir la tienda y así evitar el riesgo de perder un cliente. En teoría, yo no prendo un televisor para ver a un tipo tomando café, leyendo un periódico que debió haber revisado mucho antes de salir al aire o riéndose de un chiste que no escuchó. Sin embargo, hay toda una estructura cultural detrás. Si tengo la única tienda de tal especialidad en toda una avenida, o soy un empleado al que le pagan quince y último sin otro incentivo, me importa un carrizo darle con el coleto a los pies del cliente. Si yo hago un programa en el que no hay cortes publicitarios en 60 minutos o más (ni siquiera para promocionar otros espacios de VTV), puedo darme el lujo de perder todos los minutos que desee en una pasmosa autocomplacencia. No compito, ergo, soy guapo.

Miércoles 1 de junio. Invitado: un filósofo mexicano marxista crítico de El Chavo y de los medios privados, Fernando Buen Abad Domínguez. Mario Silva sujeta tres libros del autor (Filosofía de la imagen, Filosofía del humor y la risa y Filosofía política) como quien ha desenterrado un monolito sagrado e incomprensible. No se ha tomado la molestia ni de leer el prólogo. Formula la pregunta que odia todo escritor: "Háblenos un poco de cada uno de estos libros". Si hubiera abierto por lo menos una de las páginas de los bloques de impolutos lomos que agarra como ladrillos, pordría hacer un cuestionario un poco más, digamos, imaginativo.

Mientras el "hombre que sabe" se explaya acerca de las reflexiones de sus textos ("¿Por qué los revolucionarios somos tan serios y aburridos?", se inquieta el bueno de Buen Abad), Mario Silva masajea y mira descaradamente su tablet. La descortesía no es monopolio  del capital. Transcurridos cerca de 50 minutos ininterrumpidos, Jorge Amorín, identificado como "periodista alternativo", emite sonido para exponer una autocrítica asombrosa: "La mejor red de distribución de este país es la de Empresas Polar, ¿por qué no tenemos una red así para libros y discos de los artistas revolucionarios?".

Himno Nacional. Largo documental sobre los orígenes de Primero Justicia y Acción Democrática. A estas alturas Daniel Santos cantaría "Virgen de medianoche".

Mario Silva critica programas de otros canales (se deduce que se refiere a Vitrina en Construcción y Nuestra Belleza Latina), pero ni siquiera sabe cómo se llaman y las observaciones que hace son absolutamente irrelevantes. Tampoco se ha sentado realmente a ver nada. Como quien repite una vieja película de VHS que ya se puso opaca, asombra constatar los minutos que se invierten en La Hojilla hablando de Buenas Noches, otro programa que desde hace tiempo necesita una revisión radical. Mientras la pólvora caduca se gasta en estas bataholas, los grandes números de consumo se mueven hacia fenómenos, por ejemplo, la migración al cable y el satélite.

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