11 may 2011

(3)Comunistas como Douglas Bravo...

-¿Fue un asunto serio la lucha guerrillera en Venezuela ?
-Hubo mucho oportunismo. Fue y no fue seria. Hubo delatores. La lucha violenta se abordó con poca seriedad. Tuvieron mucha culpa ciertos comunistas como Douglas Bravo, que la convirtieron en una patente de corso para asaltar posiciones en el Partido Comunista y decidir a su favor en la lucha interna. Hubo muchas cosas turbias. A Douglas Bravo lo expulsaron antes de lo que llamaron <<repliegue táctico>>, cuando ya había pasado la etapa más fuerte de la lucha armada. En 1965 no hábía guerrillas, se habían acabado los núcleos guerrilleros. Quedaban restos de lo que se llamaban <<guerrillas>>.

-¿Usted fue amigo de Chávez? ¿Usted alguna vez le tuvo confianza, lo apoyó?
-Yo tengo la ventaja de abstenerme sistemáticamente. Creo que las elecciones son torneos entre bellacos, entre pícaros. Para participar en una elección es condición sinequa non ser pícaro. La ley electoral está llena de picardias y de la obsesión de evitar picardias. Es concebida para bellacos y para que sea manejadas por bellacos: sólo ellos se benefician. Está llena de previsiones y de prohibiciones para evitar fraudes que nunca funcionan. Yo almorcé una vez con Hugo Chávez, cuando estaba recien salido de la cárcel de Yare, en la casa de Manuel Vadell, el editor. La única vez que lo he visto en mi vida. Era un hombre inocente, un provinciano que no había pecado, todavía. No se le había aparecido la serpiente para ofrecerle la manzana. El Chávez que sube a la presidencia ya es un corrompido, como nadie. Había una cosa singular en este Chávez que no había subido al poder. Chávez nunca fue militar. Llevaba el uniforme, las preseas y ascendía como los otros oficiales, pero él no estaba  en el cuartel El Mamey o en el cuartel La Planta. Jamás hizo vida de cuartel. Nunca sirvió en  Fuerte Tiuna o en Fuerte Paramaconi. Servía en la Secretaría de la Presidencia de la República. Era ordenanza del secretario de la Presidencia, del ministro del Interior o del Canciller. Siempre estaba en cargos burocráticos altos, al servicio de un personaje... fue ordenanza de Jesús Ramón Carmona Borjas, el hermano de Isabel Carmona, que hoy es presidenta de AD. Siempre tenía un personaje que abogara por su carrera. No fue un militar típico que hace su carrera en un cuartel sentado en una prevención, no. Él estaba sentado pero al lado del despacho de un ministro.

-O jugando beisbol...
-Siempre estuvo en cargos de ese tipo, que eran más civiles que militares.

-¿Participó con Chávez en alguna conspiración?
-Yo vine a saber de su existencia en el golpe de 4 de febrero de 1992, cuando anunció la rendición. Me pareció bien que se hubiera alzado, lo que no me pareció bien fue que se rindiera. Pudo haber peleado mucho tiempo más. En Carúpano y Puerto Cabello los miristas peleamos más de 3 días, siendo civiles sin experiencia militar alguna. ¿Por qué él, siendo militar, no llegar a pelear 24 horas? ¿Cuando encontró la primera dificultad, corrió a rendirse. Chávez era favorito de Fernando Ochoa Antich, ministro de Defensa, que dejó correr esa conspiración, conocía su existencia.

-Ochoa antich lo niega en su libro.
-No, él la dejó correr para tener un argumento frente a Pérez, y aparecer como hombre indispensable que evitaría que esa conspiración estallara. La dejó correr por un tiempo. Ese es el papel que él pretendía.

-Casi lo matan...
-Eso es otra cosa. Pero su cálculo era que la conspiración corriera para debilitar el poder civil y presionarlo.

-¿El de Chávez fue otro cuartelazo como los que usted critica?
-Claro.

-¿Por qué lo emocionó?
-Era el primer alzamiento que ocurría contra un orden inmundo, como era el orden presidido por Carlos Andrés Pérez.

-¿Peor que el actual?
-No. Son iguales. Absolutamente iguales. El país vio con simpatía ese golpe.

-Nadie salió a a poyarlo.
-Pero lo vio con simpatía. Caldera firmó el decreto de sobreseimiento del juicio por la presión popular. No estoy diciendo que Chávez fuera revolucionario, sino que Caldera consideró que para la estabilidad de su gobierno era indispensable dejar a Chávez en libertad.

-Chávez se incorporó a la línea del abstencionismo que usted predicaba...
-La siguió por un tiempo. Fue abstencionista durante un año, más o menos. Hasta que Luis Miquelena le mostró el panal de rica miel. Se volvió loco y decidió participar en las elecciones.

-¿Perdió la virginidad?
-No sé si era virgen, pero marcó un viraje muy grande. Bastante grandel

-¿También influyó su amigo Vadell?
-Miquelena y Vadell son enemigos. el artífice que lleva a Chávez a la presidencia de la República es Luis Miquelena, es quien le dice: <<¿Va a seguir usted con esos extremistas? Ni en 200 años va a llegar al poder. Usted tiene que virar>>. Y en efecto, viró y consiguió la Presidencia.

-¿Lo importante es conseguir el poder o mantenerse firme en las ideas?
-Chávez prefirió conquistar la Presidencia. Chávez fue abstencionista un tiempo. En ese momento rompió con Arias Cárdenas, que participó en las elecciones. Chávez lo insultó públicamente, pero a los seis meses estaba en la misma posición que Arias Cárdenas. No tiene firmeza ideológica. Es el gallo de la veleta, se orienta conforme sopla el viento.

-Pero pragmático...
-Bastante. Ha procedido así toda la vida. Siempre tuvo un nexo de poder. Siempre. Desde que era teniente tuvo validos que abogaban por su carrera militar.

-Cuando almorzó con él, ¿de qué hablaron?
-De la política del momento, no recuerdo nada especial.

-¿Qué percepción tuvo de Chávez?
-Parecía muy firme en su posición abstencionista. Como desconocía sus antecedentes, yo tenía una buena opinión de su persona. En Mérida, fui amigo de su hermano Adán, que siempre estuvo con la izquierda. El que diga lo contrario miente. Adán Chávez, siendo profesor en Mérida, fue un hombre representativo de la izquierda universitaria. Militaba honradamente en esos grupúsculos que organizaba Douglas Bravo: PRV-Ruptura, Tercer Camino. También consideraba bien a Chávez porque fue muy amigo de un muchacho que yo estimé mucho: José Francisco Jiménez, de Valencia, al que mató un cáncer en 2006, y tuvo un papel importantísimo en el golpe del 4 de febrero. Ayudó a traer las tanquetas de Maracay. Por cierto Jiménez tenía muy mala opinión de la capacidad logística y bélica de los militares golpistas. Me dijo que eran unos ineptos, que la noche del golpe los civiles parecían militares y los militares parecían unos idiotas. El Estado venezolano es tan inepto que pueden venir siete tanquetas por la autopista a demoler Miraflores y nadie se da cuenta.

-¿Cuándo lo decepcionó Chávez?
-Desde que viró a lo electoral. El día que habló conmigo era muy radical. Tenía una posición ultraizquierdista firme, en lo verbal, pero a los días dio el viraje. Le dije a Vadell: <<A este señor no lo quiero volver a ver más nunca en mi vida>>.  Además, ocurrió un incidente que me demostró que Chávez no solamente no era revolucionario, sino que era reaccionario, fascista. Un militar que ya rompió con él, Luis Alfonzo Dávila, que ahora vive en Anzoátegui, en Puerto La Cruz, era parte del partido que se estaba organizando. En la conversación mía con Chávez acordamos que la doctora Leticia Barrios fuese la secretaria general del MBR-200, que era como se llamaba el partido de los conspiradores militares y así asegurar las posiciones de izquierda y darle un rumbo acertado al movimiento. Lo propuso Chávez y yo acepté. Me pareció excelente. A los pocos días me llamó la doctora Barrios, que vivía en Valencia, y me dice que en el MBR-200 había un problema muy grave: <<El señor Luis Alfonzo Dávila, militar retirado e íntimo amigo de Chávez, perteneciente al grupo de conspiradores militares, me recomendó leer el Mein Kam de Hitler. Yo creí que me tomaba el pelo, y le respondí en guasa. Al rato entendí que me hablaba no sólo con seriedad sino con extremada seriedad, tanto que chocamos en el acto. Voy a pedirle a Chávez que defina: Dávila o yo. No puedo estar de secretaria general de un partido en el que uno de los consejeros es un fascista confeso>>. Chávez optó por Luis Alfonzo Dávila. Entonces me dije que, definitivamente, con ese señor no se puede ir a ningún lugar. Se lo hice saber a Vadell: <<No me invite a hablar más nunca con Chávez>>.

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