8 may 2011

La golpiza/VAMOS A DALE/Elizabeth Fuentes/TalCual

¿O es que se les olvida a los Jaua y Maduro y Flores y Cia, las decenas de trabajadores latinos -mesoneros, cocineros, bedeles- que murieron ese día porque a Osama Bin Laden le dio su santa gana de planificar cuál día debían de morir y de la manera más horrible, por cierto?

Pues yo sí me alegro, y mucho, cuando los malos de la película obtienen su merecido. Me encanta ver el patético rictus de amargura de Gadafi cada vez que le bombardean otro de sus palacios de lujo, un malandro con cirugia plástica que prefiere lanzar a sus hijos y nietos frente a los leones del Coliseo, antes que entregar el poder y su bondades.

Y me da risa, en consecuencia, la reacción ridícula de algunos voceros del gobierno ante la paliza que el presunto, supuesto moribundo imperialismo yanqui le está propinando a los Osma Bin Laden y sus aliados. "No aprobamos el asesinato como fórmula para resolver asuntos políticos", dijo palabras más palabras menos el vicepresidente, sin especificar si dentrfo de ese tipo de crímenes incluía el asesinato moral, una de las especialidades de este régimen. O el asesinato indirecto, que es el que sufrimos los venezolanos día a día a manos de la delincuencia, sin que el vicepresidente haga nada por detenerlo.

Uy qué horror, se estremecen en Miraflores por esa operación de película donde los chicos del Navy Seal se tardaron más cargando con documentos y computadoras que asaltando la casa y callando para siempre al asesino de marras. Pero, uy qué bolas, la respuesta de Cilia Flores al vergonzoso caso de la monumental paliza que le dio la Policía de Barinas al estudiante Lorant Saleh, se podría considerar también  una salvajada desde el punto de vista ético, donde la señora de Maduro exhibió su afinada artillería pesada de sarcasmo y cinismo.

Y ni mencionemos el crímen nuestro de cada día, vicepresidente, producto de la incompetencia de un gobierno de flojos armados de dos o tres etiquetas básicas y múltiples contradicciones, como esa de que la sangre derramada por Bin Laden es más valiosa que la del joven Saleh. O que hacerse la vista gorda frente al ladronismo generalizado no tiene nada que ver con el estado deplorable de hospitales, escuelas, universidades, autopistas, calles y policía.

Y siempre, siempre, quedará una duda en todo esto: ¿Por qué se cuadran siempre con los peores?

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