20 mar 2011

Tendremos Mariposas Rojas?/Rubén Monasterios

En su Runrun de esta semana Nelson Bocaranda hace referencia a "la mafia de los custodios en los hoteles" cubanos... estos sujetos "cobran 40CCU (peso Cubano Convertible) por permitir que las jineteras suban a los cuartos de los huéspedes"... El comentario me activó recuerdos lejanos.

En mi primera estadia en la Unión Soviética, me desentendí de guiás y programas oficiales, y por mi cuenta me lancé a recorrer Moscú. Perdido por un barrio suburbano, siento hambre,; decido saciar la necesidad en un comedor popular. La concurrencia es, evidentemente, gente de la clase trabajadora: vale decir, de los verídicos dueños del Paraíso. Por algo más de un rublo (la anécdota es los setenta) medan una bandeja con la más deplorable comida jamás servida a este viajero: un caldo aguado con un miserable pedazo de pellejo de algún animal herbívoro, es de suponerse; una rodaja de pan negro; una papa; un vaso de agua teñida de sabor dulzón. Comida de preso, diríamos por aquí; aunque seria mejor caracterizarla como comida que ni a mi perro le daría. Me pareció poco congruente con la idea del Paraíso de los Trabajadores; más aún cuando por la noche, en el hotel, vería a miembros de la nomenklatura, en envidiable compañía, hartándose de caviar regado con vinos espumantes en bullicioso jolgorio, pleno de risas, besos, canciones y nalgadas; tan solo una fiesta habitual, aunque muy al estilo ruso. Y esa misma noche, otro asombro; bajo un frío de no sé cuantos grados bajo cero, una incontable cantidad de mujeres formadas en fila a la puerta del hotel. Indago y alguien me explica: son putas a la espera de clientes que  las lleven a su habitación; siendo ciudadanas soviéticas tienen impedido ingresar al establecimiento, excepto si alguien las contrata; porque para hacer un trabajo la Ley del Paraíso lo permite. "¡Coño¡" -penssé-. "¡Como si no fuera suficientemente duro tener que ganarse la vida como puta, las infelices también están condenadas a congelarse¡" Me pareció inhumano, ytuve ganas de protestar cívicamente ante alguna autoridad -no perdamos de vista que yo provenía de la que entonces era una democracia- mediante una carta en la que, como "amigo de la Unión Soviética", que en ese entonces era, expresara mi desaprobación por la cruel imposición. "Mejor te callas", me aconsejaron. Y me callé.

En mi segunda estada en la Unión Soviética, resquebrajada por los sacudones de la glasnot y la perestroika, aprecio cambios favorecedores de las mariposas nocturnas; ahora las admiten en el hotel, y por todas partes deambulan ellas, preciosas, impecablemente maquilladas, vestidas  con ropa de firma italiana y francesa, y ornamentadas con bisutería fina; nunca había visto tal cantidad de putas en tan extensa variedad étnica: caucásicas, nórdicas, asiáticas de diferentes países del Oriente, alguna que por su fogosidad, parece latina y por allá una negra espigada... Una colega de la agencia española de noticias, con la que he trabado amistad, me ayuda a comprender: Esas son las chicas "de planta", vale decir, asignadas a este hotel por las autoridades; ella al principio tuvo problemas para entrar a los hoteles; dado su aspecto atractivo y elegante, la confundían con una meretriz ajena al patio rebuscándose disimuladamente; porque hacer la rabiza pateando las aceras es muy riesgoso; además de los delincuentes, debes contar con los policías "que son peores"; en efecto, no detienen a las callejeras para someterlas a la ley, sino para despojarlas y violarlas.

Me llama la atención la diferencia del vestir de las mujeres de los hoteles y el de las vistas en la calle: modestas y ripiositas las últimas. "¿Los trapos? ¡Oh, sí¡ Ellas ganan bien y pueden darse esos lujos. Si tú vez a una mujer bien trajeada en la URSS, es porque es puta, o la esposa de un miembro de la nomenklatura; y es muy fácil diferenciarlas: las primeras son bellísimas, y las otras gordas y feas".

Averiguo el precio del amor: ciento veinte dólares, cash. ¿Rublos? ¡Ni de propina¡: sólo se acepta la moneda asquerosa del imperio. Si con una chica de buen corazón logra un varón tramar un romance, quizá ella estaría dispuesta a recibir sólo la mitad por irse a la cama con el afortunado, y así su entrega amorosa sería gratuita; los sesenta dólares recabados irían al bolsillo del custodio responsable de controlarla: uno de los tantos sujetos de aspecto patibulario que rondan por doquier en los sitios públicos. "No son chulos, en sentido estricto; cierto que controlan a las putas, pero comisionados por el Estado. El rigor, el chulo es el Estado" -eplica mi informante, conocedora del ambiente.

Y con esto regreso al punto de partida. Me pregunto si los de la "mafia de custodios" de Cuba son delincuentes oficiales, comisionados por el Estado cubano, o delincuentes privados; viene a lugar ; por cuanto la URSS fue el modelo de la Cuba castrista, y no es nada improbable que entre muchas otras coas, también hubiesen copiado de ella el sistema del Estado rufián; de hecho, en la actualidad la prostitución es un comercio generador de pingues ganancias para Cuba , y la isla se ha convertido en una de la primeras referencias del turismo sexual mundial, al lado de Tailandia. Y es motivo de preocupación para los venezolanos al tomar en consideración que hoy la Cuba castrista es modelo para la Venezuela chavista; ergo, no es descabellado suponer que su gobierno acaricie la posibilidad de establecer aquí un sistema análogo de explotación de la mujer. Las condiciones están dadas para convertirnos en otro punto de referencia del turismo sexual -si es que acaso ya no lo somos-: un gobierno inmoral y ávido de divisas, hembras hermosas por carretadas, jovencitas que son ideales a tal efecto, y hambre suficiente como para incitar a una muchacha a meterse a puta. ¿Bogaremos a toda vela hacia ese destino en este Mar de la Felicidad... equivalente caribeño al fracasado Paraíso de los Trabajadores?

Tema de la semana de su espacio radial en MAGICA 99.I Fm, jueves 7pm

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